La crisis resucita a los manitas caseros
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La crisis resucita a los manitas caseros
Seis de cada diez españoles cultivan la afición al bricolaje como fórmula de ahorro en época de 'vacas flacas' y para liberar estrés
Aunque no lleguen a McGyver y porque la crisis apremia, hay gente aficionada que se ve capaz de alicatar un baño, colocar un suelo de parket, apasionarse tapizando un sillón, cambiar el cable de la picadora, calcular de un vistazo el número de ladrillos necesarios para elevar un tabique y, con las correspondientes agujetas de órdago, pintar toda la casa en tres días cuando las paredes ya parecen cuadros de Antoni Tàpies. Son acreedores de ese don divino que popularmente se llama 'ser un manitas' y enarbolan como nadie la pancarta de la autosuficiencia doméstica-manual, que tiene como lema el anglicismo 'D.I.Y.'; 'do it yourself', hazlo tú mismo. Sin tener que recurrir a un profesional en la materia, vamos.
«Cada vez pasamos más tiempo en casa y los pequeños trabajos de montaje se han convertido en algo habitual», sostiene un portavoz del portal bricolajeyjardineria.com, donde han contabilizado que bricolar se ha convertido en el pasatiempo favorito de seis de cada diez españoles, siendo la mayor parte de sus seguidores personas de 35 a 44 años. Otro portal inmobiliario y del hogar, facilisimo.com, también se ha preguntado «a qué dedican los españoles el tiempo libre durante el fin de semana» y ha deducido que casi dos horas las invierten en echar mano de su caja de herramientas y otras tantas en decorar.
Sector «dinámico»
Las chapuzas ya no se asocian tanto al trabajo duro para el que antes siempre se buscaba a alguien a quien contratar. Al contrario, además de ser una buena fórmula para ahorrar, es una actividad divertida, un reto personal, algo de lo que sentirse orgulloso con uno mismo y, otra cuestión clave, libera estrés. Por este orden, son las principales motivaciones que revela un análisis de la Fundación Txema Elorza, una organización privada sin ánimo de lucro constituida bajo un patronato de empresas de bricolaje, una de las áreas de consumo con mayor «dinamismo» en la economía española que el año pasado facturó 12.200 millones de euros, y un sector que aglutina desde pequeños negocios familiares, hasta cadenas de distribución, grandes fabricantes, centrales de compra y grupos ferreteros de magnitud. Un tercio de los mismos asegura haber incrementado un «10%» sus ventas en el último año.
Gregorio Izquierdo, director del gabinete de estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE) suscribe la idea de que, en época de 'vacas flacas', «estamos buscando el ahorro mediante el sacrificio de bienes y servicios de consumo prescindibles». Y de que «grandes firmas de bricolaje como L&M o de decoración y mobiliario asequible como Ikea, Casa o Zara Home también cosechan cada vez más adeptos. En la misma línea se sitúan las almonedas, mercadillos y tiendas de segunda mano, que están registrando más afluencia que nunca».
Según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Productos de Bricolaje (Aecoc), que con más de 24.000 asociados es una de los mayores colectivos empresariales del país, el gasto medio de cada hogar español en productos relacionados con el bricolaje y la jardinería se ha visto incrementado de forma considerable en los últimos cinco años y llega ya a los 276 euros anuales. No obstante, España está todavía muy alejada de algunos países europeos como Alemania y Gran Bretaña, donde gastan 944 euros y 940 euros, respectivamente.
Hasta hace poco, cuando alguien se compraba una vivienda, podían pasar muchos años antes de emprender cualquier cambio en la decoración. Ahora se puede transformar el 'look' al salón de una temporada a otra sin tener que realizar una fuerte inversión, apuntan en ATB Centros de Bricolaje. Y todo vale. «El mundo de la decoración está absorbido por toda clase de eventos: moda, industria, modos de vida, etcétera. Todo lo que gira a nuestro alrededor lo interiorizamos para aplicarlos a unas nuevas necesidades y gustos», explica Silvia Calatayud, decoradora de interiores.
Desde el montaje de una sencilla estantería hasta un cuarto de baño entero. Hay quien empieza con pequeñas obras y luego incluso lo llega a realizar, ya no como 'hobbie', sino como oficio. 'Hola, tengo una casa y quiero hacerle una acera alrededor de la misma. El suelo que hay ahora mismo es tierra. ¿Pueden indicarme qué materiales necesito y como debo de hacerlo?'. Consultas de este tipo llegan cada día a los archivos de 'Bricomanía', un programa que lleva quince años explicando cómo hacer maravillas con nuestras propias manos. Kristian Pielhoff, presentador del espacio, ha sido el introductor en muchos hogares de herramientas y elementos que hasta hace poco ni siquiera sabíamos de su existencia. La escalera articulada, la hormigonera eléctrica, la ingletadora... Cuando pasó el 'casting' del programa, venía del mundo del turismo. El bricolaje era sólo algo que se le daba bien. Una de sus pasiones era escaparse a Francia a los grandes centros del sector, que por entonces aquí no existían.
El estudio 'El Observador Cetelem 2008', que analiza cada año diversos mercados de bienes de consumo, muestra un 'retrato robot' del bricolaje en Europa. En estos últimos años, Alemania y Gran Bretaña, muy por delante en este sector, han visto a Bélgica y en menor medida a Francia, acercarse con su gasto medio por hogar y por año en fuerte progresión. En Italia, España y Portugal, el sector permanece a la sombra de los otros. El más avanzado en Europa central en esta materia es Polonia, donde las grandes superficies francesas llevan años instaladas.
Manejo más sencillo
Aquí y allá, uno de los motivos que ha influido en el despegue del bricolaje como actividad más popular es que ahora las herramientas son más perfeccionadas y baratas que hace unos años. Una taladradora está ya al alcance de cualquier bolsillo. Como ésta, el uso de otras herramientas es más sencillo, incluso enfocado a pequeñas tareas domésticas, pues «las dosis de los productos se adaptan al consumidor final y no sólo al profesional», precisa Alonso Salvador, jefe de ventas de los establecimientos Baixens, especializados en el mundo de la química en la construcción, ámbito en el que los aficionados al taladro podrían recitar de carrerilla tres productos básicos: el cemento-cola, que ha sustituido a los morteros; el impermeabilizante decorativo-protector, en lugar de la tela asfáltica; y un enlucido de alisado listo para amasar y aplicar. Tela.
Se encuentran con facilidad en alguno de los múltiples pasillos de un establecimiento especializado. «Hace apenas diez años, las tiendas de bricolaje eran como cajas metálicas rectangulares con gran variedad de productos en exposición. La caja estaba dispuesta con estanterías y un pasillo central rectilíneo. Las encuestas nos mostraron que a los clientes no les gusta leer letreros y por eso es cada vez más importante el desarrollo de conceptos en torno a 'temas'. Carpintería, fontanería, pintura...», explica Nico de Jong, director creativo de The Retail Company. Así ahorramos también en tiempo a la hora de buscar.
HERRAMIENTAS IMPRESCINDIBLES
Para ser un manitas de primera, no pueden faltar los siguientes útiles en la caja de herramientas:
Destornillador: Varios modelos de planos y de estrella, con mango antideslizante y aislante.
Llave inglesa: Permite trabajar con tornillos de cabeza hexagonal.
Taladro: Se utiliza para hacer agujeros en cualquier material.
Brocas: Necesarias para perforar paredes, metal o madera.
Metro: Con sistema de bloqueo y de al menos tres metros de longitud.
Buscapolos: Destornillador que sirve para saber si un enchufe tiene corriente.
Cúter: Cuanto más ancha sea la lija, mayor estabilidad ofrece.
Martillo: Mejor utilizar uno de orejas para poder sacar clavos.
Mazo de goma: No dejará marca en la superficie.
Alicates: Los mejores, de cromo y vanadio, con mango deslizante.
Serrucho y lija: En tareas carpintería.
Llaves Allen: Los muebles procedentes de grandes almacenes sólo se pueden montar con estas llaves.
Nivel: Su burbuja de aire permite nivelar superficies horizontales y verticales.
Protección: Guantes, gafas y una mascarilla.
Complementos: No está de más contar con una colección de tornillos, clavos y algo de masilla.
Aunque no lleguen a McGyver y porque la crisis apremia, hay gente aficionada que se ve capaz de alicatar un baño, colocar un suelo de parket, apasionarse tapizando un sillón, cambiar el cable de la picadora, calcular de un vistazo el número de ladrillos necesarios para elevar un tabique y, con las correspondientes agujetas de órdago, pintar toda la casa en tres días cuando las paredes ya parecen cuadros de Antoni Tàpies. Son acreedores de ese don divino que popularmente se llama 'ser un manitas' y enarbolan como nadie la pancarta de la autosuficiencia doméstica-manual, que tiene como lema el anglicismo 'D.I.Y.'; 'do it yourself', hazlo tú mismo. Sin tener que recurrir a un profesional en la materia, vamos.
«Cada vez pasamos más tiempo en casa y los pequeños trabajos de montaje se han convertido en algo habitual», sostiene un portavoz del portal bricolajeyjardineria.com, donde han contabilizado que bricolar se ha convertido en el pasatiempo favorito de seis de cada diez españoles, siendo la mayor parte de sus seguidores personas de 35 a 44 años. Otro portal inmobiliario y del hogar, facilisimo.com, también se ha preguntado «a qué dedican los españoles el tiempo libre durante el fin de semana» y ha deducido que casi dos horas las invierten en echar mano de su caja de herramientas y otras tantas en decorar.
Sector «dinámico»
Las chapuzas ya no se asocian tanto al trabajo duro para el que antes siempre se buscaba a alguien a quien contratar. Al contrario, además de ser una buena fórmula para ahorrar, es una actividad divertida, un reto personal, algo de lo que sentirse orgulloso con uno mismo y, otra cuestión clave, libera estrés. Por este orden, son las principales motivaciones que revela un análisis de la Fundación Txema Elorza, una organización privada sin ánimo de lucro constituida bajo un patronato de empresas de bricolaje, una de las áreas de consumo con mayor «dinamismo» en la economía española que el año pasado facturó 12.200 millones de euros, y un sector que aglutina desde pequeños negocios familiares, hasta cadenas de distribución, grandes fabricantes, centrales de compra y grupos ferreteros de magnitud. Un tercio de los mismos asegura haber incrementado un «10%» sus ventas en el último año.
Gregorio Izquierdo, director del gabinete de estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE) suscribe la idea de que, en época de 'vacas flacas', «estamos buscando el ahorro mediante el sacrificio de bienes y servicios de consumo prescindibles». Y de que «grandes firmas de bricolaje como L&M o de decoración y mobiliario asequible como Ikea, Casa o Zara Home también cosechan cada vez más adeptos. En la misma línea se sitúan las almonedas, mercadillos y tiendas de segunda mano, que están registrando más afluencia que nunca».
Según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Productos de Bricolaje (Aecoc), que con más de 24.000 asociados es una de los mayores colectivos empresariales del país, el gasto medio de cada hogar español en productos relacionados con el bricolaje y la jardinería se ha visto incrementado de forma considerable en los últimos cinco años y llega ya a los 276 euros anuales. No obstante, España está todavía muy alejada de algunos países europeos como Alemania y Gran Bretaña, donde gastan 944 euros y 940 euros, respectivamente.
Hasta hace poco, cuando alguien se compraba una vivienda, podían pasar muchos años antes de emprender cualquier cambio en la decoración. Ahora se puede transformar el 'look' al salón de una temporada a otra sin tener que realizar una fuerte inversión, apuntan en ATB Centros de Bricolaje. Y todo vale. «El mundo de la decoración está absorbido por toda clase de eventos: moda, industria, modos de vida, etcétera. Todo lo que gira a nuestro alrededor lo interiorizamos para aplicarlos a unas nuevas necesidades y gustos», explica Silvia Calatayud, decoradora de interiores.
Desde el montaje de una sencilla estantería hasta un cuarto de baño entero. Hay quien empieza con pequeñas obras y luego incluso lo llega a realizar, ya no como 'hobbie', sino como oficio. 'Hola, tengo una casa y quiero hacerle una acera alrededor de la misma. El suelo que hay ahora mismo es tierra. ¿Pueden indicarme qué materiales necesito y como debo de hacerlo?'. Consultas de este tipo llegan cada día a los archivos de 'Bricomanía', un programa que lleva quince años explicando cómo hacer maravillas con nuestras propias manos. Kristian Pielhoff, presentador del espacio, ha sido el introductor en muchos hogares de herramientas y elementos que hasta hace poco ni siquiera sabíamos de su existencia. La escalera articulada, la hormigonera eléctrica, la ingletadora... Cuando pasó el 'casting' del programa, venía del mundo del turismo. El bricolaje era sólo algo que se le daba bien. Una de sus pasiones era escaparse a Francia a los grandes centros del sector, que por entonces aquí no existían.
El estudio 'El Observador Cetelem 2008', que analiza cada año diversos mercados de bienes de consumo, muestra un 'retrato robot' del bricolaje en Europa. En estos últimos años, Alemania y Gran Bretaña, muy por delante en este sector, han visto a Bélgica y en menor medida a Francia, acercarse con su gasto medio por hogar y por año en fuerte progresión. En Italia, España y Portugal, el sector permanece a la sombra de los otros. El más avanzado en Europa central en esta materia es Polonia, donde las grandes superficies francesas llevan años instaladas.
Manejo más sencillo
Aquí y allá, uno de los motivos que ha influido en el despegue del bricolaje como actividad más popular es que ahora las herramientas son más perfeccionadas y baratas que hace unos años. Una taladradora está ya al alcance de cualquier bolsillo. Como ésta, el uso de otras herramientas es más sencillo, incluso enfocado a pequeñas tareas domésticas, pues «las dosis de los productos se adaptan al consumidor final y no sólo al profesional», precisa Alonso Salvador, jefe de ventas de los establecimientos Baixens, especializados en el mundo de la química en la construcción, ámbito en el que los aficionados al taladro podrían recitar de carrerilla tres productos básicos: el cemento-cola, que ha sustituido a los morteros; el impermeabilizante decorativo-protector, en lugar de la tela asfáltica; y un enlucido de alisado listo para amasar y aplicar. Tela.
Se encuentran con facilidad en alguno de los múltiples pasillos de un establecimiento especializado. «Hace apenas diez años, las tiendas de bricolaje eran como cajas metálicas rectangulares con gran variedad de productos en exposición. La caja estaba dispuesta con estanterías y un pasillo central rectilíneo. Las encuestas nos mostraron que a los clientes no les gusta leer letreros y por eso es cada vez más importante el desarrollo de conceptos en torno a 'temas'. Carpintería, fontanería, pintura...», explica Nico de Jong, director creativo de The Retail Company. Así ahorramos también en tiempo a la hora de buscar.
HERRAMIENTAS IMPRESCINDIBLES
Para ser un manitas de primera, no pueden faltar los siguientes útiles en la caja de herramientas:
Destornillador: Varios modelos de planos y de estrella, con mango antideslizante y aislante.
Llave inglesa: Permite trabajar con tornillos de cabeza hexagonal.
Taladro: Se utiliza para hacer agujeros en cualquier material.
Brocas: Necesarias para perforar paredes, metal o madera.
Metro: Con sistema de bloqueo y de al menos tres metros de longitud.
Buscapolos: Destornillador que sirve para saber si un enchufe tiene corriente.
Cúter: Cuanto más ancha sea la lija, mayor estabilidad ofrece.
Martillo: Mejor utilizar uno de orejas para poder sacar clavos.
Mazo de goma: No dejará marca en la superficie.
Alicates: Los mejores, de cromo y vanadio, con mango deslizante.
Serrucho y lija: En tareas carpintería.
Llaves Allen: Los muebles procedentes de grandes almacenes sólo se pueden montar con estas llaves.
Nivel: Su burbuja de aire permite nivelar superficies horizontales y verticales.
Protección: Guantes, gafas y una mascarilla.
Complementos: No está de más contar con una colección de tornillos, clavos y algo de masilla.
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